Frío
No pudimos templar
el hogar de nuestros hijos
el invierno
es un vapor helado en las habitaciones
una escarcha en las sábanas
el fogón sólo un humo
que nos hace llorar.
Busco la tibieza en la memoria
del último verdor
del abrazo perdido
del amor que creímos
Pero es débil
Tiemblo bajo una seda que no abriga
sentada sobre mis talones
hundo mis manos buscando
calor entre los muslos
pero también allí
habita el frío de tu ausencia
Pido a los dioses de mis padres
que me den a la niña
que creía en las cosas que florecen
que sentía la tibieza
de la mano del mundo
aquel suave calor de la inocencia.
© Alejandro Méndez Casariego
Alejandro, me encantó el poema, me encantó la armonía con que se va desencadenando...Felicitaciones y buen 2017
ResponderEliminarLily Chavez
Muy bello. Tristemente bello.
ResponderEliminarHermoso poema, especialmente la última estrofa, que vale por sí misma. Un abrazo. Adriana Maggio (Dirbi)
ResponderEliminar"suave calor de la inocencia"
ResponderEliminarbello texto
gracias
norma starke
Un poema triste y bien logrado y con un verso final contundente.
ResponderEliminarUn abrazo Ana Romano.
gran poema que se reparte la frialdad de la vida con la evocación de la niña que sentía "la tibia mano del mundo". Con belleza y el revés de desengaño. Un abrazo Isabel Llorca Bosco
ResponderEliminarUN DESAMOR QUE NO PUEDE ENTIBIAR EL RECUERDO DE LO QUE FUE, UN ABRAZO DE MARIA LUISA MARQUEZ
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