Angelito
negro
Hay
hombres que son como bares.
Tienen
los ojos náufragos
de
museo de botellas vacías.
Lo sé
porque mi padre era
una
mesita de tres con una silla sola
y una
ventana opaca.
Yo
quería esconderme en su solapa nocturna
probar
la complacencia del genio de esa lámpara
con
el codo vencido sobre el nylon grasiento
de un
mantel alquilado para la soledad.
Yo
quería aturdirme en la longitud del humo
de su
cenicero apuñalado de colillas
meterme
en su sombra calva
para
ordenar la deshora de su cordura
y el
vinagre de su aliento
por
un angelito negro aplastado en un bolsillo.
Yo,
la mosca adormecida en el ángulo del mostrador
hubiera
podido levantarle el brazo de campeón noqueado.
A mi
padre triste y sus llaves de errantes cerraduras
y sus
lunas de vidrio grueso en la nuez de la garganta.
Su
melancolía intragable en los sótanos de la ginebra.
Sus
temblores.
Sus
miedos.
Me
duelen los hombres que son como bares
porque
me vuelven la niña
que
no puede salvarlos.
© Claudia
Tejeda
Este poema me lleva a una parte de mi niñez. Bellísimo.
ResponderEliminarABRAZO
Elisabet
siempre este nudo en la garganta. no sé, este poema, claudia, vive en mi corazón, se me representa como propio aunque nada de ésto haya vivido. lo comparto con vos, por esta angustia notable, ese deseo de niña angelical de querer salvar el mundo. y has salvado muchas cosas, con tu poesía. tq. susana zazzetti.
ResponderEliminarEspléndido poema en una melodía de sollozos. Imágenes subyugantes como la "melancolía intragable en los sótanos de la ginebra". Potente poema para hacer sentir la impotencia de los dos. Un abrazo Isabel Llorca Bosco.
ResponderEliminarExcelente, Claudia. Tu poesía es una belleza, cualquiera sea su tema. Tenés el don de la palabra poética. Es un placer leerte. Gracias. Un abrazo. Adriana Maggio
ResponderEliminarQué bien pintado el padre lejano- cercano y la necesidad y ternura de la hija. Abrazo, Inés.
ResponderEliminardifícil decir ante tanta dolorosa y melancólica imagen. lo que has dicho en este tremendo y maravilloso poema, duele. te sentí toda... me doliste toda... querida niña, tu don, tu palabra, tu poesía, salva, te salva!!! te admiro!!! un beso enorme, francisco
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ResponderEliminarAy, cuánto dolor. Y cuánta belleza en tu poesía que rescata la desesperación del padre y también la de la hija. Hay imágenes impresionantes. Un poema sensacional.
Abrazo,
Alicia Márquez
La delicadeza poética no esconde el dolor por aquello que uno de ningún modo podía evitar. Abrazo, Claudia.
ResponderEliminarun knock out en la mitad del pecho!!!
ResponderEliminarmaria del mar
Hermoso poema, salvados ambos en la poesía. Un abrazo Claudia
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