Nochebuena
Desde el oscuro cuenco de los párpados
me
sorprende un mantel de hilo blanco
y un
revuelo de niños en la espera de esta noche.
Los ladrillos afincan sus minutos entre los helechos
y
tinajas que descubren los azahares del naranjo.
Mientras las torres de la iglesia se hieren
con las
luces del Árbol de Navidad
que
desde su altura se burla del asombro.
Incorporo la luz provisoria del crepúsculo interior
de
árboles y ramas del jardín, como una boca
donde un sillón de mimbre custodia el macramé
de su
respaldo.
Allí, recupero gestos y risas en la esfera del verano.
Hoy, las prematuras sombras no detienen las mudanzas
del
tiempo, cuando cicatrizo lamentos
con
vínculos silenciosos
donde someto y consumo a todos mis fantasmas.
© Angélica Antúnez Salerno
Muy buen poema! Abrazo, Inés Legarreta.
ResponderEliminar¡Hermoso poema! Gloria Oscares
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