Mayo sin rosales
era un otoño manso. Los bares continuaban con sus mesas en
las veredas; y ella aún reía. Se sucedían los hechos en el momento exacto, pero
yo, no estaba allí. Quedé congelada en el camino. Con la cabeza destrozada en
la ruta cubierta de cenizas. Y su imagen desaparecida ante mis ojos, para que
pueda soportar el vacío del mantel.
No reproches mis omisiones ahora que estás fuera de la casa,
ya ves, otra vez debo darte la razón.
Nada es lo que aparenta, tampoco la risa de los otoños mansos.
© Mónica Cazón
maestra en prosa poética. susana zazzetti
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ResponderEliminarSi es muy expresivo en su forma proaista este poema, muy bueno.
Walter Mondragón
NOTO UNA AUSENCIA QUE ES CÁLIDA CCOMO LOS OTOÑOS , SALUDOS DE MARIA LUISA MARQUEZ
ResponderEliminarQué poema fuerte!! Gracias
ResponderEliminarLa ausencia se impone. La poesia fluye y arremete con su fuerza dicente y su estetica. Abrazo Monica.
ResponderEliminarCecilia Glanzmann