Aún los escuchamos
Tartamudean las picanas en cada agujero. Golpes
de puño en la carne desprevenida se amontonan
en un rincón sin retorno. Sin piedad zamarrean
las palabras. Sin piedad acallan la verdad clandestina.
De los hijos. Sin piedad a las alimañas los arrojan.
Se relamen entre sotanas de hienas. La procesión
de un llanto inútil se esconde entre las alas
de la lluvia. Bahías y penínsulas de sangre
laceran la carne equivocada. Sin piedad. Tapan
los rostros inocentes que reclaman su derecho
de lengua. La ingenuidad cede terreno
a la locura. Y sin piedad mueren. Son tantos.
Calladas voces que gritan y gritarán
por los siglos de los siglos.
© María Marta Donnet
Dolorosamente bello Gracias por " la memoria" maría marta Besos
ResponderEliminardolorosamente cierto,además..Y la sangre seguirá reclamando en cada brazo,en cada mano, en cada centímetro de piel,en cada mirada ausente ...un PERDÓN que nos vuelve inmortales
ResponderEliminarNo puedo expresar una palabra.
ResponderEliminarBesos.
Tere V.
Tan maravillosos como doliente, gracias por tu mirada escrita! Beso enorme.Nora Corradetti
ResponderEliminarDavid Sorbille dijo...
ResponderEliminarQuerida María: Impactante, conmovedor! Un abrazo
Triste realidad que habita el alma.
ResponderEliminarMi abrazo
ResponderEliminarEl dolor eterno.
Un abrazo,
Alicia Márquez