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28/9/16

Poema de Gabriela Pais


La Ciudad del Padre 

Los grandes conductores también erran la bajada.
Hay indicaciones incorrectas, malas interpretaciones de los mapas,
errores conceptuales y sorderas varias
cuando de falta de autoridad se trata
o negaciones identitarias.
El camino se pierde, pide huella al origen,
cartel.

Voces ancestrales son ecos que retumban profundamente,
la voz del corazón habla desde un silencio anterior a la ciencia.
Pero los Estacionamientos y las Basílicas
les devuelven la razón del viaje, el objetivo, la ruta y la raíz.

Los grandes conductores también son atropellados,
aún cuando dominen el arte de conducir ciudades.

Es la falta de seguridad lo que sale por la nariz,
lo que se estornuda y se tose
en la Ciudad del Padre.

Qué aquí sean los gendarmes quienes pongan a resguardo la evidencia del accidente.

El verde no conduce al campo esta vez.
La vía paterna está inundada de tal manera
que es imposible soñar con caballos
y respirar
sin sentir que la raíz ancestral  y chamánica
se pudre en el pecho.

Falta media raíz que escrita con Z es tremenda,
dice el gendarme;
o el camino es perfecto al anegar la ruta
para evitar desvíos innecesarios.
Entonces hay que sanar los pulmones en la ciudad,
a orillas del lago o sobre la mesa donde se airean pastas
que recuerdan a Cosenza,
abuelas congregadas en el sabor de la acelga y  pastelitos,
evocan carneadas, jamones, quesos, salames y corderos entre otras violencias
y mudanzas,
segundas conquistas o planes gubernamentales
en la historia de esta tierra.

La ambulancia se lleva el atropello.
Es entonces cuando recupera  el amparo y el certificado de pertenencia
que por error perdió en el baile
mientras reían y jugaban
cual niños en el centro de jubilados.

Qué no se enteren del accidente,
qué nadie se dé cuenta del infortunio
a estas alturas evidente.
Pero se supo, el gendarme labró el acta.
Ella misma deberá, por ley, poner a punto la conducción y la estética,
 enderezar la rueda y  encontrar la ruta,
mientras sana los pulmones con caramelitos de Ambay y Propóleo,
entre otras medicinas apetitosas.
Su  Padre ofrece colocar la cerradura en la puerta
para que se sienta más segura,
propone cambiar de compañía
a fin de asegurar los daños ocasionados.

Grueso error es pedir justicia por los bronquios
y verdad en los informes.
Las pólizas no están para reparar siniestros ancestrales.
La terapia de la cebolla es la indicación
si lo que se necesita es llorar
o disfrutar sin culpa
de los zapallos con derecho de autor.

Hay indígenas nómades en su carta natal,
Oh Pampa, tierra del sur.
Su apellido sigue siendo español,
esa fue la primera conquista,
la cobardía primigenia,
la derrota definitiva
y la verdad.


© Gabriela Pais
Pintura: Raquel Saéz Fliquete

3 comentarios:

  1. Tu texto llamo mucho mi atención, desborda información y a la vez, resulta atrapante. Tienta con sus caminos diversos y a veces (pareciera) contrapuestos.Distinto. Muy interesante!

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  2. Hola, coincido con Norma. Y me resultó atrapante, besos!

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  3. Es la impotencia de cada uno de nosotros.
    Tus versos sellan eso.
    Atrapante
    Un abrazo

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