Ciudades paralelas
Un domingo cualquiera, en una ciudad cualquiera,
la vida sigue, como de costumbre:
los devotos a la iglesia, las señoras al mercado,
los hombres a la cancha, al café,
a sus juegos de truco entre cigarro y vino,
los niños a los parques, a sus distraídos juegos,
los enamorados a pulular las plazas tomados de la mano,
canturreando una canción de
Dona Summer.
Junto a esa, otra ciudad vive entre las sombras,
no sabe de costumbres cotidianas,
una ciudad de hierro gobernada
por insultos, gritos,
carcajadas,
una ciudad donde atados, desnudos y deshechos
se exhiben
cuerpos en medio de instrumentos
de tortura,
entre baldes repletos de orina y excremento.
© Margarita Drago
Tras la calma inicial de paralelos, una fuerte realidad muestra su poema y Duele.
ResponderEliminarGran poema.