COLORES Y RECUERDOS
Madreselvas, anémonas,
sauces y flor
de ceibo.
Es la isla de siempre,
frío gélido y un horizonte
alzado, navegando en oleajes
tan cortos como el tiempo.
Sobre el piso,
despereza la escarcha matinal
que nos dejó goteando
el sabor de
la noche.
Se dora en un rebrillo
el
sol de la mañana
mientras la niebla abre lentamente
las formas del paisaje.
Cuando la soledad del viento canta,
se alborotan sin grandes estridencias
las resecas gargantas de las aves,
y los buches trabajan de nodriza
sobre tanto polluelo arracimado que reclama.
Se enerva la mañana,
deambula
en el invierno
para alcanzar al día que progresa.
La vida, ataviada de luz
ha comenzado a
ser protagonista.
© Antonio Cristóbal Pourrere
Antonio, para mis sentires la lectura de este poema fue como recorrer un jardín, el máximo, el de la vida.
ResponderEliminarVa un gran abrazo
Betty
Belleza e poema. - Cuando la soledad del viento canta -
ResponderEliminarAbrazos
Bellísmo poema Antonio , donde dejas ver la luz y fragancia matinal desde tu sentir que dan vida a las letras. Felicitaciones. Susana Roberts
ResponderEliminarPrecioso amanecer entre sol y canto de viento, hermoso poema.
ResponderEliminarMuchas gracias Betty, es una forma de recrear mi pensamiento de lugares encantados de mi juventud
ResponderEliminarPOEMA FLORECIDO CON LA IDA ATAVIADA DE LUZ, MARIA LUISA MARQUEZ
ResponderEliminarMuchas gracias a todas por sus conceptos, estimadas y brillantes poetas.
ResponderEliminarunos instantes de contemplación, buenas imagenes.
ResponderEliminarsaludos