30 de Julio
hablaban en el umbral de algo que no entendía. Era un
amanecer salpicado de primavera; pero era Julio y algo ocurría. Por un minuto
estuve ahí, indemne, hasta que se marcharon los curiosos. Después, el viento
hizo tambalear todas las cosas. Se llevó los gorros de cumpleaños, los globos;
y mamá corría por alcanzarlos. Y yo, corría por alcanzarla a ella; sin darme
cuenta que las dos, estábamos condenadas.
© Mónica Cazón
Dolorosa visión y un gran poema.
ResponderEliminarFuerte, sensible, me emocionó, admiro la buena transmisión en un poema.
ResponderEliminarVa un abrazo
Betty Badaui