Poema de Gabriela Pais
Costureras
Como ellas, también poseo el don.
Como ellas también soy canal,
juntas habitamos el mundo socavando piedras
con la persistencia y la paciencia de una gota,
homeopática gota, o savia de plantas con propiedades
curativas
u otros bálsamos.
Acariciamos y peinamos los largos cabellos del mundo
mordemos con opciones viables
la realidad etérea de hombres de poca monta
que tienen miedo a Amar.
Nos identificamos con las brisas y todas las propiedades del
aire
que entra en infra-supramundos o desliza las hojas del otoño
y oxigena
regiones inabordables de pulmones en distintas especies
humanas.
Aérea nuestra naturaleza y nuestra luz.
También somos vientos y
huracanes,
¿Será por eso que nuestro cabello es largo y enrulado?
Padecimos los excesos del reino,
es por ello que tememos a esta fuerza femenina
que posemos por herencia.
Nos gusta el otoño; contradicción y fuerza en las letras;
¿será que debemos exorcizar el ocre, la melancolía?, pues
nos acosan las filtraciones
y los accidentes a esta altura del año,
¿Será la fuerza de la O y la mudez de la H lo que nos
aterra? ¿Será el asombro del amor que se anuncia en primavera, el compañero de
vuelo que se sienta a la diestra como el hijo lo hace con su padre en la
tradición cristiana?
Lo hacemos de palabra, de acción y gesto,
cortamos las tormentas, desviaron los vientos, los empachos
y los males ojos,
con mancha a tales dones curanderos, madres matriarcas
elegimos la costura,
el hilo y el carretel
o la tinta.
Sabemos de violencias, iras, arrebatos, celos, tinieblas,
envidias,
pérdidas, brújulas falsas, hambre de luz, omnipotencia, mentiras
y derroteros.
Sabemos de manantiales y viveros
viajes al centro y salas de reconciliaciones o cristos
negros carniceros;
conocemos los sabores, las intensidades y las texturas del
miedo.
Es geografía de lágrimas
el camino del retorno
después de algunas costuras gentiles
o remiendos.
Nos conformaron con sapos
en lugar de príncipes a la hora de la ciencia
y los grandes descubrimientos,
o los príncipes eran hombres tan humanos,
tan niños que había que cuidarlos más que a los niños
por eso preferimos
los mapas a las rutas,
los libros a los besos, diversas formas de penetración,
salvoconductos en máquinas de coser, cuadernos,
fortalezas ancestrales
y otras deficiencias emocionales.
Hay templo.
Hay ruta verde, entre ríos, entre aguas,
para las costureras.
Hay un encuentro en septiembre en la ciudad de las lágrimas
que empieza con G como mi nombre.
Hay un plazo para el adentro, una asunción,
Emperatriz o Gran Sacerdotisa de un reino y un condado o
todos o varios.
Hay hilandera y costura,
pues el mapa se mueve de acuerdo a las ganancias o las
pérdidas
dependiendo siempre de variables mesurables
a los ojos mortales.
Hay un caballero de copas que camina a la luz de las velas,
la iluminación del ermitaño que avanza lento la marejada.
Hay ruta tierna y rosada en nuestros pezones,
lo transparente de la piel,
la palabra translúcida,
pétalo a pétalo hasta el pitillo,
madurar aquello que es por derecho
en términos de justicia
o recto en palabras del padre.
Poseemos el cetro y la balanza,
pira o talismán
la estrella encendida en el centro,
la lámpara de sal es el premio
para alumbrar la gran tela,
el tul de novias
de las que no fuimos
vírgenes todo el tiempo.
© Gabriela Pais
6 comentarios:
"elegimos la costura,
el hilo y el carretel
o la tinta"
Bello!!!!
flora levi
Por eso... - preferimos los libros a los besos -
Me encanta!!
Cariños!!
Bellísimo.
Poemazo, Gabriela, me encantó. Con imágenes poderosas y buen ritmo. ¡Abrazo!
como ellas también (yo) poseo el cetro y la balanza.....
muy bueno, me encanto jugar con el texto mientras lo leía , un gusto.
Yo recato "hombres de poca monta que tiene miedo a Amar", eso ya vale el poema.
muy bien
W.M.
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