Durante las noches de plenilunio el cuerpo se le hacía un
ovillo de danzas.
Solo la luna podía juzgar aquella macabra función de
lentejuelas y fuego.
Solo los astros más lejanos pudieron estar cerca por primera vez desde su
nacimiento.
En una frenética instancia de poderes ancestrales el cuerpo
era una cuerda tensa que emitía destellos ovales.
Durante las noches en que el mar se fuga de la tierra para
ser aire, ya no danzo ni su cuerpo estaba allí.
Descubrir los actos mágicos nos condenan a la tristeza.
© Víctor Hugo Valledor
" el cuerpo era/ una cuerda tensa" magnífica forma de manifestarlo. muy bueno tu poema. susana zazzetti.
ResponderEliminarGracias amigo, por la publicación del poema... un honor participar de este espacio. Un abrazo grande.
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