Un sueño ¿puede volverse loco?
Salgo en la madrugada (a la hora en que nací)
a mirar una luna tan brillante
que me trastorna.
La mañana está lejos, tan lejos
como las dos sombras que se amaban
contra la ventana en mi país frío.
La ventana que me persigue.
Mi amor que me persigue.
Y la crueldad que tiene su propia canción.
¿Qué es lo que quieres?, pregunta el monje.
Quiero mi plato de guisantes
y empezar de nuevo.
© Paulina Vinderman
Siempre me encantó el final de este poema.Más allá de la locura, más allá de la crueldad, más allá de un amor que nos persigue, siempre: empezar de nuevo. Así, el poema.
ResponderEliminarAbrazo, Pauli.
"y empezar de nuevo." con un punto final más que contundente!
ResponderEliminarEs genial!
"y empezar de nuevo." con un punto final más que contundente!
ResponderEliminarEs genial!
Hermosas e inteligentes palabras...
ResponderEliminarMe gusta mucho esa presencia de pasado y futuro reciclando vitalmente el presente. Muy sugestivo. Edda Sartori
ResponderEliminarMe gusta mucho esa presencia de pasado y futuro reciclando vitalmente el presente. Muy sugestivo. Edda Sartori
ResponderEliminarMe gusta mucho esa presencia de pasado y futuro reciclando vitalmente el presente. Muy sugestivo. Edda Sartori
ResponderEliminarSiento el dolor agazapado en el imposible del deseo de empezar de nuevo. Esa pared, el recuerdo de esa pared a que lleva el poema, es tan impenetrable como la vida misma, agotada sin segundas vueltas. Me gusta este poema porque no me engrupe. Solamente me recuerda este mi propio paso sin ilusiones. Gracias.
ResponderEliminarQuerida y mágica Paulina:
ResponderEliminarTu poema nos lleva desde la distancia entre la madrugada y la mañana hasta esa ventana en el país frío,y en esa ventana el amor inolvidable. Pero siempre "la crueldad", la que todo lo detiene se yergue amenazante.Sin embargo, bastará ese "quiero mi plato de guisantes" de lo cotidiano, de la sencillez, del "empezar de nuevo" para volvernos a la realidad del poema, la del rehacer los tiempos, las vidas el amor y sin embargo, conservarlas en la melancolía imperecedera de las palabras. Lo disfruté mucho, lo había leído antes pero cada vez que lo leo le encuentro otro sentido. Un beso grande Irene Marks