Poema de Isabel Llorca Bosco

PROMETEO

      

Huye el desierto en que se hunden sus rodillas

hasta el curvo horizonte de paredes húmedas y hostiles.

Como los grandes poetas no sabe si la realidad está dentro o fuera.

Como Alejandra, enloquece de sed.

Horror causa el rito de una fiesta de rostros impenetrables,

tal vez nadie llegue para colmar su amor.

Hay una pieza fría, con una fuente en el centro

y una biblioteca de bestiarios cargados de imágenes

 de pesadilla, a fin de construir los símbolos.

Y vasijas con sustancias transmutables.

Después del calvario del atanor, verá la piedra roja que después hará líquida.

 Por el crisol o cruz, le será permitido compartir 

 la excelencia del hombre y el metal .

Así las instrucciones veladamente reveladas por los sabios egipcios.

Sin miedo, que es solo un espejismo en el desierto,

que ya no es laberinto y es transitable a pie como la vida,

con el camino ancho y el estrecho.

Y el filósofo, el maestro de la Gran Obra repetirá el proceso del primer Hacedor, del primer Poeta.

© Isabel Llorca Bosco