LÁZARO
A
José Ángel Valente
El
aire, ingrávido, parece suspender esta luz del crepúsculo. Más allá del
horizonte el río es un hondo paréntesis de montañas oscuras, de palabras. Entre
las cruces, una mujer ilumina relicarios y flores. Un mirlo canta entre los
cipreses, ¿o era un ruiseñor? Algún pájaro canta en el intemporal descenso de
la tarde. Sin epitafio el granito parece un vacío nunca antes descrito, un
centro, la poderosa expresión de la ausencia. Mientras pueda decir, no moriré,
murmura el agua de la fuente donde la mujer acude para empapar las flores,
mientras puedas decir, ahora que ruiseñor y tú ya sois lo mismo.
© Francisco X. Fernández Naval
Bellísima prosa. Tiene de poesía, tiene de cuento con su cambio de persona al final.Saludos ISABEL lLORCA BOSCOBellísima prosa. Tiene de poesía, tiene de cuento con su cambio de persona al final.Saludos ISABEL lLORCA BOSCO
ResponderEliminarHondo. Conmovedor. "era una jardin sonriente y era una traquila fuente de cristal..." -hasta ahí e levaste, Chisco. Abrazo Paolantonio
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