Revelación
A
mi hijo
Pablo Visconti
I
Dijo:
—Hablo solo para vos.
Quisiera preservar la luz,
consumirme en este instante de encuentro.
Me perteneces como el sueño, el frío y el silencio.
Veo danzar las piedras invisibles
bajo la tierra que nos cobija.
Como en un rito te alzo en mis brazos
y tu historia comienza.
Quiero que veas mis ojos,
que habitemos este atardecer.
Yo soy una muchacha y te amo.
II
Desde el fondo de la infancia
tus palabras estaban en mí.
¿Por qué tu voz se repite
en las metáforas del cuerpo?
© Estela Barrenechea
Bello y triste y triste y bello.
ResponderEliminarBesosssssss
Estoy de acuerdo con Mónica: un poema bello y triste. Pero creo que casi toda la poesía -la belleza en arte- nace de la tristeza, porque la alegría se basta a sí misma.
ResponderEliminarTe mando mis admirados saludos.
Mariano Shifman
Estela! Un gran poema este que ya había leído en tu libro.,un poema que habla del entrañable amor, y de su misterio, de la maternidad.
ResponderEliminarHermoso.
Un abrazo grande
Amalia M. Abaria