cuando el sol se acostaba
en el río, volví por las calles
de arena
hacia el terraplén
hilos de las islas,
aire...
una yegua
y su cría, un hombre de pesca,
una lancha
mientras volvía
a casa
como si no hubiese nadie.
© María Teresa Andruetto
Viví ese paisaje sereno del atardecer .
ResponderEliminarMuy bello. Un abrazo
Graciela Barbero
me gusta mucho el poema. ese final lo llena a uno de desiertos... gracias por compartirlo, francisco
ResponderEliminarMuy bueno, uno camina por ese paisaje, sin darse cuenta, "como si no hubiera nadie" Genial
ResponderEliminarIgnacio
ResponderEliminarEn el día de tu cumple Tere, un placer leerte. Me encantó el final e imaginé toda la postal. Un besos, te quiere
la chavez.
Un paisaje cotidiano y sereno como tu poesía Feliz Cumple atrasado !!!!
ResponderEliminarHermosa descripción del paisaje, y las actividades del hombre. Me gustó mucho. Abrazos.
ResponderEliminarme parece que la eficacia del texto reside en su ambigüedad: ¿dónde no hay nadie? Porque se vuelve por las calles de arena, se dice al principio, se vuelve a casa, se dice al final...¿Es que cuando se vuelve indefectiblemente no hay nadie? o es "¿como si no hubiese nadie"? Entonces ¿el paisaje es solo un sueño? ¿Somos solo islas aisladas? pero hay hilos, aire ¡qué maravilla! a cada afirmación, un borramiento, una duda. Todo se pierde como en la arena. Lo que creíamos que estaba allí puede ser que sea un juego de la luz del sol que se acostaba en el río. Felicitaciones, María Teresa. Es excelente.
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