Soy una
niña y pinto de colores
el
tronco sepulcral de los dibujos,
un
árbol como un diente contra el cielo,
la
forma imaginada del ahorcado.
Quiero
ser una niña y volver hasta el vientre
del agua
y su silencio del inicio,
el
flujo de la sangre que me lleva
y hace
infancia este tiempo insoportable,
pero
estoy viendo el mar como la suma
de
capas de aluminio y de desecho,
el peso
en la cabeza de metal,
la
entraña solitaria e inquisitiva
atenta
a ese rumor que no se siente.
Vigilo
la semántica del agua,
el modo
en que la arena se hace verbo
y
nombra nuestras huellas en la espuma,
no
acaricia palabras para el aire
pero sí
los tobillos y zapatos.
La voz
que anda escondida en su guarida,
su
cajita de miedo musical,
aguarda
que restalle el alarido
de
estar viviendo el pánico de ser
si el
miedo es una forma de la boca,
una
expresión del cáliz de amargura.
Las
olas entre tanto se divierten,
su
canto es insonoro y necesario
para
aguardar el tiempo del exceso.
© María
Ángeles Pérez López
muy lindo poema María Angeles ,un abrazo desde BsAs.Marizel Estonllo
ResponderEliminarqué linda niña!!
ResponderEliminarMe encantó.
Un cariño!!
Bellísima ilustración para acompañar un gran poema con imágenes atrayentes y hondura en su esencia.
ResponderEliminarFeliz Año 2016
Betty
Fantásticas imágenes
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