LAS CALLECITAS DE BUENOS AIRES
Las callecitas de Buenos Aires tienen ese que se yo
¿viste?...
Camino lentamente blandamente tratando de revivir los gritos
que quedaron pegados en los gruesos baldosones del encuentro
en esos días tremendos del reclamo y la furia
esos gritos que aún claman desde el revés del suelo
como tañidos de campanas latiendo bajo los pies.
Las callecitas de Buenos Aires con banderas desgarradas
y enlodadas pancartas hechas añicos.
Alguien dijo: “sólo los árboles tienen raíces”
pero ahora se que están creciendo plantas de inequidad
ramas de desconsuelo
flores de vértigo y latido que no dejan de crecer
regadas por las lágrimas, aderezadas de impotencia
abonadas de voces macilentas y ecos del infortunio.
¡Las voces y el clamor!!!
Un gigantesco árbol de gritos que se aferran
a las maderas del tiempo.
Las callecitas de Buenos Aires manchadas de sangre y
congoja.
Y no es la niebla si no los gases
y no es la luz de la luna si no destellos del fuego
de los estampidos y el horror.
Los cascos de caballos galopando entre siniestras miradas
entre sucias órdenes y zapatillas perdidas
manojos de cabellos arrastrados arrancados violentados
sus cuerpos con toda la agonía derramada entre los
adoquines.
Las callecitas de Buenos Aires llenas de vidrios rotos
de consignas brotando desde alguna hendidura de la memoria
donde perros hambrientos aúllan su soledad
donde la soledad aúlla como niños hambrientos
que les saquearon el futuro.
Madres entre cartones y mugre con que arropar a sus hijos.
Padres desesperados con las manos vacías y los ojos llenos
de dolor.
Y “las callecitas de Buenos Aires que tienen ese que se yo
¿viste?...”
en este siglo apenas estrenado enterrando a sus chicos cada
día
como ángeles de piel y huesos de ojos abiertos hasta la
conmiseración
y es uno y otro y otro …y son tantos!!! como los golpes
detrás del pecho
como las callecitas de Buenos Aires que ya nunca podrán
andar
sólo sus pequeños nombres injuriados gastados olvidados
cuando
acababan de nacer.
© Elena Cabrejas
Una realidad reflejada en un poema que duele. La circunstancia, la barbarie de muchos.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo
Relectura devastadora y necesaria, por cierto. Un abrazo.
ResponderEliminarClaudio Simiz
Muchas gracias Nerina y Claudio. Elena Cabrejas
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