Lloré,
lloré tus olivos talados por el estío,
lloré el saqueo de tus bibliotecas de seda.
Tu terciopelo abandonado
en los acantilados del odio,
tus redes destrozadas en los huesos del océano;
la mermelada de tus días
envenenada de ignominia…
Lloré tus noches
asediadas de oscuros alfanjes,
tus cosechas de niebla rasgando barbechos,
tus miedos de vidrio apuntalando el cielo
y tus hadas asesinadas
en los zócalos de Junio.
Llore por los elfos
desterrados en el ansia
por los topos afables
perseguidos en la memoria.
Lloré en los ribazos amarillos de Octubre,
en los taxis que parten
rumbo hacia el olvido;
por los vencejos de humo
que vienen a morir
en los desvanes de tu pecho.
Lloré hasta que los ojos
me estallaron en rojas alarmas,
en líquidas fogatas.
Y busqué tus ojos
para seguir llorándolos con los míos…
pero tus lágrimas
fueron un montón de naipes
derrumbándose sobre el mar.
© Jorge Moreno de los Santos
No hay comentarios:
Publicar un comentario