Ondulo.
Una hilera de cuarzos me danza sobre el vientre,
sobre mi piel que es una llanura tribal en la luz de las
dunas.
Médanos, caravanas, pedrerías se descuelgan en el desierto
como estrellas de una lumbre infinita.
Ondulo y una serpiente de arena se me enrosca en la sombra.
Me atraviesa una música de embrujo, un aire susurrante, un
latido hondamente vivo.
Boca de andar la miel
como plegaria,
de andar entre las
huellas floreciendo dulzura,
ámbar de una enjoyada luz partiéndose en las piedras.
En el oro del deseo
que me surca y me socava
doradamente ondulo.
© Amalia Zacoutegui
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