Poema de María Ángeles Pérez López
Hay
días en que la luz querría borrar
el
signo de la sangre cotidiana
un
viernes cualquiera de ceniza
en que
un barrendero recoge una paloma
que
está muerta en la calle,
caída
sobre sí.
No le
tiembla la mano
al
empujar el cuerpo y su perfume
con
preciso
inquebrantable
movimiento de muñeca,
y yo
miro temblando el gesto elemental
de
arrastrar, de alejar lo carnal si no lo es,
si
perdió la preciosa trabazón con el pálpito,
su
atadura solemne con la vida.
Mientras
cae a su muerte yo miro esa paloma
alejada
de sí, oscurecida
por el
tiempo en que deja el hueco de la especie,
aterida
en el suelo de cemento,
su
corazón profundo, tan tempestuosa-
mente
animal como el mío, tan innoble.
El día
trae la marca de su herida.
© María
Ángeles Pérez López
3 comentarios:
impecable.buenísimo! susana zazzetti.
Quién, ese ser superior, "barrendero prolijo y regenerador" barrerá nuestros despojos... Quién ocupará los huecos que nosotros mismos, ateridos animales innobles, iremos dejando en otros suelos. Nuestro día dejará marca, en el mejor de los casos... Gracias por tu poema María Ángeles. Isabel Krisch
hondo....y exacto..caído sobre sí...
maria del mar
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