¿De quién era esa quijada en que el dolor no pudo
Desarraigar la sonrisa que escondía el sueño?
¿De qué mano de niño ya perdido el juguete
Se perdió en una convulsión el tacto tan delicado
Que llevaba de la casa al mundo?
No sé no sabemos acaso alguna vez sepamos
Cómo y con qué entusiasmos repetían sus nombres entre amigos
Con qué vehemencia tomaron por eje denegarlos
Ahora sin embargo no creo que importe demasiado
La anécdota trivial en que la vida hace su nudo al seguir
creciendo
Veo el bosque la catedral la brisa marina el vasto contorno
el agua
Veo los pájaros los poetas insomnes los que perforan la
última noche
(En sus bibliotecas temblorosas para ignorar el día
Las avenidas se pueblan fértiles y absurdas)
Y alguien cuya quijada se llenaba en sonrisa
© Carlos Alberto Roldán
Conmovedor, urgente y necesario tu poema, amigo.
ResponderEliminarClaudio Simiz
Excelente! Me gustó muchísimo!
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