Nosotros, dos juntos, traficábamos
la magia del espíritu inquieto.
L. Serrano.
Me arrojaría hacia la noche
con arrogancia de incomprensible cadáver;
como escombro de helada esquizofrenia.
Con incendio de ramajes
y desgarros licántropos,
de calles sitiadas por obscenos centauros
y puertos oscuros que sólo esperan
el naufragio de sus madejas
y sus viajes inconclusos.
- Es preciso comentarle en voz baja
a los oboes
las promiscuas primaveras de tu vientre -.
Recordar el ácido neón de aquel bulevar
(polvoriento y clandestino) donde contabas las estrellas
que volvían de la desidia.
Y nombrabas rígidos plenilunios,
atrios devorados por el musgo,
precipicios cegados por el humus
y una extraña manera
de beberte la luna
con mucho hielo, vodka,
y unas gotas de mundo inacabado.
Me arrojaría hacia la noche
y esperaría contigo
- insomne y deshojado –
los hijos que siempre nos negó el alba.
© Jorge Moreno de los Santos
David Sorbille dijo...
ResponderEliminarMuy buen poema! Un abrazo
Muy buen poema, maravilloso final.
ResponderEliminarabrazos
Elisabet
ResponderEliminarel poeta teje mundos, nos lleva por sus sombras nos instala en la luz de lo negado, bello poema sin duda.
W.M.