El rostro seco de Judas
Quise disimular que tu caricia me daba frío, que sobre la
cara, producía un impacto difícil de explicar y que peligrosamente, la sangre,
ordenaba al mundo estallar en mil
pedazos
¡Ah! la oscura e infame sombra que produce el amor…todo lo
oscurece…
Entonces, no pude ver que tenías el rostro seco de Judas, el
cincel y el martillo del genio destructor, la gradina aguda que lastimaba la música del corazón
¡Cuánto grito callado bajo mi forma de mujer, cuánto trabajo
arduo!
Primero fue el alambre de corte, venía enredado con las
caricias para esculpir la pasión, luego el bailarín de mango largo, que era el
que ponías a sonreír cuando te alejabas
Y después, toda yo, río manso a tu deriva…
Entonces, artesano de la mentira, utilizaste la maza de
metal y los buriles Sin culpa alguna, lograste la perfecta escultura del dolor
Hoy, me veo reflejada en el estanque del jardín, mármol frío
de brazos abiertos y ojos de torcaza herida.
©
Milagros Rodríguez
Imagen enviada por la autora
ah, milagros. me quedo suspendida con el alma y los ojos encantados en tan bellísimo tema!susana zazzetti
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ResponderEliminarBello de toda belleza. Un texto profundo, poético, arrasador.
Abrazo grande.
Alicia Márquez
David Sorbille dijo...
ResponderEliminarQuerida Milagros: fenomenal poema! Un abrazo
bello de tanta desolación, realidad y desamor mismo.
ResponderEliminarMuy buen poema creado con tus versos.
besos
Estupor y respeto genera este poema Milagros, ardiendo de dignidad y valentía desnudando máscaras indignas, un poema que eleva tu poesía a la altura de tus sueños. Un poema bello de rara belleza, magnífico
ResponderEliminarIgnacio
Te leo y leo una posible multiplicación de la escena poética en un sinfín de ramalazos poéticos. Tu poema comprende muchos nuevos poemas, y casi quisiera pedirte que los abras y sigas, porque creo que es pura virtud tuya esa multiplicación laberíntica y casi, aseguraría, eterna. Gracias.
ResponderEliminarCarlos