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3/7/15

Texto de Milagros Rodríguez


El rostro seco de Judas                
  
Quise disimular que tu caricia me daba frío, que sobre la cara, producía un impacto difícil de explicar y que peligrosamente, la sangre, ordenaba al mundo estallar  en mil pedazos
¡Ah! la oscura e infame sombra que produce el amor…todo lo oscurece…
Entonces, no pude ver que tenías el rostro seco de Judas, el cincel y el martillo del genio destructor, la gradina aguda  que lastimaba la música del corazón
¡Cuánto grito callado bajo mi forma de mujer, cuánto trabajo arduo!
Primero fue el alambre de corte, venía enredado con las caricias para esculpir la pasión, luego el bailarín de mango largo, que era el que ponías a sonreír cuando te alejabas
Y después, toda yo, río manso a tu deriva…
Entonces, artesano de la mentira, utilizaste la maza de metal y los buriles Sin culpa alguna, lograste la  perfecta escultura del dolor
Hoy, me veo reflejada en el estanque del jardín, mármol frío de brazos abiertos y ojos de torcaza herida.

                                                            
© Milagros Rodríguez  
Imagen enviada por la autora

6 comentarios:

  1. ah, milagros. me quedo suspendida con el alma y los ojos encantados en tan bellísimo tema!susana zazzetti

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  2. Bello de toda belleza. Un texto profundo, poético, arrasador.


    Abrazo grande.

    Alicia Márquez

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  3. David Sorbille dijo...
    Querida Milagros: fenomenal poema! Un abrazo

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  4. bello de tanta desolación, realidad y desamor mismo.
    Muy buen poema creado con tus versos.
    besos

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  5. Estupor y respeto genera este poema Milagros, ardiendo de dignidad y valentía desnudando máscaras indignas, un poema que eleva tu poesía a la altura de tus sueños. Un poema bello de rara belleza, magnífico
    Ignacio

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  6. Te leo y leo una posible multiplicación de la escena poética en un sinfín de ramalazos poéticos. Tu poema comprende muchos nuevos poemas, y casi quisiera pedirte que los abras y sigas, porque creo que es pura virtud tuya esa multiplicación laberíntica y casi, aseguraría, eterna. Gracias.

    Carlos

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