La luna corría por las venas de los árboles,
dándoles un aspecto de muerte
plateada.
El adivino, contando en su mundo inhóspito otras sombras,
las llamaba ciervos.
El vendedor ambulante ofrecía sus recuerdos de los patíbulos
de las viejas baronías.
Todos los compraban.
Y el asesinato tenía una belleza brutal
como en Macbeth.
© Silvia Loustau
Muy bueno y terrible. Sumerge en un clima de pesadilla. Un abrazo. Adriana Maggio
ResponderEliminarFuerte. real, vivido.
ResponderEliminarUn dolor que no morirá jamás.Porque muere lo que se olvida.
Abrazo Silvia.
Cuando se dan cita las antípodas bajo la luz de la luna y los contrastes manifiestos en luces y sombras, expresan la inmensa soledad del hombre a la hora de las decisiones y los desenlaces abruptos y fatales que conllevan.
ResponderEliminarMuy sugerente. Felicitaciones Silvia.
Elisa Dejistani