Poema de María Ángeles Pérez López
Podría
ahora,
mientras
un hombre duerme aquí a mi orilla,
remontarme
por el río de la sangre
hasta
la piedra primera de mi especie,
hasta
el vértigo inicial de una mujer ceñida
por los
signos, apenas descifrables,
que
fueron roturados en su cuerpo.
Mi
madre, y la suya, y la suya de la suya,
se
agachan despacio y miran en silencio,
se
acuclillan despacio.
La
mujer que es primera de mi genealogía
calienta
en su entraña aquello que rezumo:
la
tintura más roja de la sangre,
el ocre
de la piel sobre sí vuelta
hasta
alargar las manos y el deseo,
ese
blanco sin adjetivos de las lágrimas
o la
leche que nace por sí sola.
La
palabra es una excrecencia más tardía,
no nos
ha sido dada por igual,
ni
siquiera en mi origen más cercano
se
encuentra el don de hablar y conjurar la muerte.
Por eso
estoy condenada a nombrarlas a todas.
© María
Ángeles Pérez López
Etiquetas: María Ángeles Pérez López
4 comentarios:
Hermosa condena poeta.
Besos
María Ángeles, bello poema, pude deslizarme por sus versos con fluidez, tal vez porque hay palabras que nos tocan en el mismo punto, o corazones que sienten parecido. Bello!
Lily Chavez
Poema con la profundidad del vértigo producido por los signos y los símbolos.
Cuanta sensibilidad y verdad en la palabra.
Impacta la forma y la imagen de la madre en retrospectiva.
hermoso poema, gracias
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