Fuego que hiere
mis manos se desintegran
hasta contener tu dolor
mis manos se adormecen
en una pesadilla que transita
por oscuros pasillos:
damas antiguas
niñas hablando idiomas extraños
que no se parecen a mí
ni a mi infancia
mis manos no imaginan
ni dibujan rostros rotos
ni escriben con una aguja de agua
sólo intuyen
lo extraño
lo que no existe
lo que no se cree.
© Silvana Merlo
Buscamos siempre la palabra que nombre aquéllo que no se llama; quizás sea esa la esencia de la poética.
ResponderEliminarTaciturno y revelador. Un serio poema.
ResponderEliminarjorge pablo moreno.
El poeta hace y crea desde lo mejor de sí, una cuestión única, aunque no exista, pero siente.
ResponderEliminarme encantó!!
cariños!!
ResponderEliminarEste es un poema difícil de leer, pero después de hacerlo varias veces se desentraña en su oscuridad, un rayo luminoso
W.M.
Poema que en su aspereza arranca trizas de luz. Elegiste un camino tan desafiante como necesario.
ResponderEliminarClaudio Simiz