La muerte, sus banderas, sus bastardos.
J. A. VALENTE
Esta es la música de los violines,
su canción de lunas pasajeras,
su incienso de astros insolentes,
sus blancos mapamundis,
su amargo mosto para otros mundos.
Su clamor de labios
ignorados por la sangre.
Y este
es su desvelo, amor mío,
su ambigüa orogénesis de seda inacabada,
de niños vencidos por jazmines,
de mares heridos y bramantes,
de otras tardes ya ahogadas
en el fondo de tu taza de té.
Son sus
cuerdas el rumor inalcanzable:
la espuma negada en la indolencia,
los caimanes que nos devoran
el alma de tristeza;
esa luz que en nuestros ojos
agoniza de otros horizontes ya perdidos,
de un mar que nos vomitó sus caracolas
a fuerza de pronunciarlo.
Son sus
polvorientas cuerdas
la absurda supervivencia,
la inútil condición de ser necesitado
para combatir lo perdido, la hirsuta maleza
de los años inciertos… Quiero decir, la noche;
su pelo azul ondeando sobre el mundo,
la fragilidad de la carne,
el amor amenazado,
el ácido pleamar del desconcierto,
tu cuerpo consumido por mis fiebres.
Las calles, enmudeciendo su historia
en las últimas farolas de la ciudad.
Que
triste es la canción de los violines:
que en voz baja nos nombra,
nos cubre de canas,
de dolientes vencejos,
de viajes oceánicos,
de celajes definidos,
de nauseabundas desmemorias.
Nos miente sobre ocasos inmortales,
nos salpica
de herrumbre y telarañas
y nos atormenta
con su incansable rumor de cipreses.
© Jorge Moreno de los Santos
¿ sabés, jorge? tu poema, para mí, es una historia de vida cantada. una mixtura de imágenes vivas, muertas, dinámicas, exquisitamente expresivas. qué suerte que puedo leerte!! susana zazzetti.
ResponderEliminarHermoso poema , recorre la vida con sus altibajos entre las cuerdas de un violín , me encantó
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