Regreso después de años, al café
donde recogía las improntas del mundo.
El mozo sigue allí, eterno en su chaqueta morada.
El buzón en la esquina, vacío de todo
excepto de mí.
Los árboles me golpean con la belleza de su vejez
(alguna vez morirán pero no seré testigo).
Vine a despedirme, le digo al mozo,
que pregunta por mi vida, como un amigo más.
"Ya no pertenezco a este lugar"
(no pertenezco a ninguno, piensa la melancolía
por su cuenta, pero no se lo digo)
y escribo una larga carta en una hoja de agenda,
al hermano que no tuve (o me quitaron),
mientras sorbo mi café
y dibujo narices en servilletas de papel.
Antes de que la fría pura noche me trague
dejo caer la carta en el buzón.
La insistencia de lo que soy está -callada-
en esa acción diminuta.
Dejo atrás un resplandor o su memoria
(que es
lo mismo)
como una luz de fábula.
© Paulina Vinderman
Fuerte y desgarrador, enorme poema Paulina gracias!
ResponderEliminarMUY LINDO TU POEMA pAULINA ,CUANTO HACE QUE NO PARLAMOS ...BESO GRANDE Y FELICIDADES .Marizel Estonllo
ResponderEliminarAgudo y profundo! Me encantó!
ResponderEliminarTere Vaccaro.
Un beso grande para vos, Paulina !
ResponderEliminarPoema exquisito en su urbanidad y su nostalgia. Muy bueno.
ResponderEliminarjorge pablo moreno.
Cuánta nostalgia en ese regreso de la memoria.
ResponderEliminarMuy bello.
Graciela Barbero
Conmovedor Paulina!
ResponderEliminarPROFUNDO DECIR ,DESDE TODA RAIZ DE DOLOR , UN ABRAZZO DE MARIA LUISA MARQUEZ
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