Poema de Isabel Llorca Bosco

“Es el amor que pasa”

Nos despierta el correo:

un formal telegrama que nos dice Te amo.

Y firma  roma, amor, rama, mora, anagramas

del hombre que ha pasado del sueño a la vigilia

y del sueño al ensueño de vivir un  nosotros.

Nos hacemos obsequios de escrituras

por subtes, aulas, bares.

En la plaza, tendidos en el césped,

enmudecemos

las voces verticales del reloj.

Sin embargo, rodaron años.

No hubo fuego, hubo chispas

 y ríos que brotaban

para espejear destellos,

no para nuestra sed.

Pero la casa que resiste los vientos

no se construye sobre lentejuelas,

y sin mostrar fisura

su tiempo está contado.

.

Porque las cosas caen  y caen esos planos

que dibujamos en los vidrios mientras llueve

cuando el mundo se borra

y pretendemos crear otro a nuestra imagen.

Porque los planes caen

y caen los deseos como cáscaras desechadas.

Y lo no terminado,

que no tuvimos fuerzas para llevarlo

hasta un final feliz.

Preferimos no entornar la ventana

por no tener después que abrir la puerta

y oír a lo lejos el eco de una voz próxima

que nos anuncia se está desmoronando

la casa que quisimos para hogar

y dejamos un día enclavada en el cielo.

Sus luces, sus raíces son las de los relámpagos,

que se quiebran en medio de la noche.

Sin puertas ni ventanas ya no es posible entrar.

No hay frío, ni cansancio, ni sueño, ni temor

que justifiquen la clausura

de oídos, pensamientos, bocas y celosías,

porque el lenguaje articulado es la única música posible

para entendernos en el idioma de la decepción,

nosotros, los que fuimos deslumbrados.

©  Isabel Llorca Bosco