Dulces objetos familiares
que se dejan acariciar como gatos
nos acompañan en nuestro periplo
pulidos sin
aristas
adaptándose a nuestras formas en tránsito
tranquilizadores
anclas de misericordia en las mudanzas del corazón
valientes
le hacen la guerra a la nada que nos rodea
inmersos en una
tierna melancolía
patria de los sentidos acunados por sus olores.
No nos abandonen
fetiches
bienamados.
© Paulina Juszko
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