Después de hacer el amor con un pescado
nada que decir del silencio de su fondo
Solamente unas escamas oscuras
como la sangre y sus falsos giros.
Arriba luces
Adentro, sus agallas desataron mis compuertas.
No sé en verdad si era el pez dorado.
Las oraciones mojadas allá abajo las plegaba
como solamente los ángeles del agua
pueden hacerlo, más
cuando los escarabajos chillan en las costillas
y los hielos muerden su látigo entre las piernas
visito la nostalgia de su nombre
Medusa herida que busca corales o musgos cuando
no hay alarde ni susurro
para mi voz para mi vacío de aire.
© Sylvia Cirillo
Exquisitos versos, que nos arrastran a ese mar y su irremediable naufragio. Felicidades.
ResponderEliminarjorge pablo moreno.
Muy bello tu poema, Sylvia. Un sumergirse en el mar de la poesía.
ResponderEliminarAplausos, bises y besos
María Rosa León
hermoso!
ResponderEliminargracias por leer mi letra. es un honor así como que Gustavo los interprete tan bellamente para nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo !!!!
mar turbulento a la medida de una poeta con agallas. Excelente, abrazo, Marta Ortiz
ResponderEliminarBellísimo poema, Sylvia.
ResponderEliminarUn abrazo,
Alicia Márquez