Poema de Isabel Llorca Bosco

  

LOS DOS CAMINOS

                                             Las dos vías de la Alquimia

La vida es vía o río, según el humor nos acompañe.

Antes el uso de razón era a los siete y vi la encrucijada.

Según el camino que eligiera podría estar en el lobo,

en el Cielo, acaso en la Gran Obra, misterio de creación.

Miré la celeste cruz del sur que duplicaba la del suelo,

para no adoptar como la otra el sendero del bosque.

Opté por el camino real, liso, llano, seco;

en pocos pasos me hospedaría un mundo imaginario.

Pero no me iban a eximir tan fácilmente,

de aquel sendero estrecho y húmedo.

así mirara la constelación austral.

No me salvaban las estrellas

No sé bien cómo pasé al  camino largo y trabajoso.

Mis distracciones, mis errores, mis erratas

eran un ramo de flores prematuramente secas

que se deshizo contra la piedra y caminé sin peso.

Me esforzaba inútilmente como Sísifo;

las cuestas, los arañazos del ramaje,

los tajos rojos en la piel al descubierto,

lo difícil de perseverar en equilibrio

porque apenas cabía un pie

que resbalaba con el agua pegajosa de los troncos.

La soledad, la angostura y la angustia,

el barro y la lluvia cenicienta

no impedían que me llevara a buen destino.

Pasé al camino amplio,

pero sus  márgenes, encimándose 

en un punto  conformaron un ocho

como una cinta de moebius,

y en cada paso me demorara una eternidad.

No sé cómo se abría momentáneamente

el dulce encierro, la agria prisión de alguna fantasía.

Y no pasaba nunca esa infancia infinita

jardín tras jardín, árbol tras árbol.

¿Por qué la libertad, por qué elegir?

¿Por qué la lentitud?

Iba por el alambre del tiempo hacia la patria

sin  enfermos ni pobres ni solitarios ni relojes.

adonde se tarda muchísimo en llegar

y siempre nos sorprende,

aunque los dos caminos estén desde el momento

en que  otra  mujer hizo

la primera elección.

  © Isabel Llorca Bosco