Poema de Francisco José Malvárez
HACE UN RATO
(24 de febrero de 2014)
hace un rato,
quizás un día, horas o segundos, quizás recién
vi bajar a mi madre, en el cajón que la contenía, al fondo
de una fosa
fosa de un cementerio parque donde la estábamos despidiendo
ahí comprendí que para dejar el dolor, dejar de sufrir, tuvo
que dejar la vida
y ahí, ahí mismo, en ese mismo instante…
que nos certificaba nuestra orfandad definitiva
alguna vez alguien
dijo: -“no hay edad para la orfandad”- o algo parecido
así, se puede ser huérfano siendo niño o recién nacido
o tener treinta y cinco años o cincuenta
setenta y quizás más, no sé, o quince
quince que es mi caso desde hace cuarenta y cinco años
sí, son mis quince que me desbordan en un llanto absoluto,
desconsolado
como un diluvio en mis catacumbas más silenciosas
allí donde yace el cenit del alma…
-y casi ni una
gota rondando la mejillas-
sí, sí… son mis quince que aún no aprenden a ser hombre
llorar a moco tendido y a los gritos
alaridos que se escuchen en el rumor de la noche
por todo el mundo… por todo el mundo
para que la humanidad sepa de mi dolor
que sepan que he perdido a los dos!
que es insoportable inaugurar la orfandad
que me siento solo, desnudo, con frío
como un perro con sarna bajo la lluvia
atónito detenido en medio de una inmensa avenida
donde veloces autos pasan sin si quiera mirarlo
hace un rato, un
rato nada más…
y no sé porque escribo esto
si sólo el que lo ha vivido quizás pueda imaginarlo
el resto no, no creo, es inimaginable
pueden acercar palabras ya escritas en el diccionario de
cómo consolar
imaginar la muerte de sus padres
y quizás, también, más cercana acorde al afecto que te
profesen
alguna consternación genuina
solamente yo a ciencia cierta sé lo que estoy
experimentando:
ese desgarro sin voz, ese infinito golpe que me despedaza
la hecatombe que vivo… y nadie más!!!
por eso mismo me cuestiono para que carajo escribo esto
como para auto justificarme digo: es el habito, inercia,
soledad en tinta negra
o el ego en su máxima estupidez:
la de creer que a alguien le importa un fallecimiento ajeno
es mi madre la muerta, mi madre y nada más!
© Francisco José Malvárez
Foto: Gustavo Tisocco
Etiquetas: Francisco José Malvárez
2 comentarios:
Francisco, por supuesto nadie nunca jamás podrá sentir tu mismo dolor (ni siquiera compartirlo), pero... no se si todo el mundo, pero si una parte de él escuchará este grito catártico. Tal vez para eso sirva esta poesía.
Es verdad que no hay edad para la orfandad, Francisco. Pero cada uno de nuestrois muertos queridos que se nos va, se lleva una parte nuestra consigo. Y esa parte tuya es la que aflora en este bello y conmovedor poema.
Aplausos, bises y un beso grande
María Rosa León
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