Este invierno quieto inclina su cielo lentamente
como derramando agua.
Hay un hombre sentado sobre escombros
inclinado hacia la tierra el viento le quema los ojos
de los hombres mudos caen miradas de piedra
de las bombas silencios deshabitados
y el hombre se inclina mas hacia la tierra
como una hoja en invierno.
Su exigua respiración es para la tibia muerte
de un día como otro en sus espaldas
un imperceptible sueño lleno de vida
hacia el crepúsculo,
el hombre inclinado no llora, no habla,
no recuerda el nombre ni analogías,
intentos, una virtud ni un presagio.
La luz en la torre ha muerto con los pájaros
y la rueda del pasado y el futuro
huyeron del vértice de su lengua
como las palabras de amor,
queda una plegaria rodeada de humo
y el hombre sentado sobre piedras,
solo.
© Daniel Arias
Me pregunto si esas piedras no estarán hablando por él, por vos.
ResponderEliminarBesossssssss
Me encantó ! Excelente !
ResponderEliminarprofundísima visión del hombre solo, desolado, acompañado por la imagen justa. susana zazzetti.
ResponderEliminarDaniel, excelente poema. Sin más voces que el recostarse en esa tierra, en la más densa soledad.
ResponderEliminarSe comprende que un trabajador de la palabra pueda sentirlo plenamente.
Un abrazo
Isabel Llorca Bosco
Soberbio poema que me recuerda a la grandeza de César Vallejo. Enhorabuena.
ResponderEliminarjorge pablo moreno.
WOw, que poema!!! muy bueno...
ResponderEliminarabrazo fuerte.
Cynthia Rascovsky