PADRE MÍO, mira los vientos monstruosos cuando Amor me elude
y comienzo a trastornarme. Los vientos modifican los besos que daré después de
él. Los vientos han hecho de mí una mujer azul, inasible, ante el paso de Amor.
La cabeza llena de vientos como red de pescador en alta mar. Los castillos
escarpados de mi cabello alborotado por la ira. Maldecir desde los rigores del
desamor y nombrarte. Mira, estas son las maneras naturales del olvido. Líquido
Amor, evaporándose por todos los instantes. Intenso trastorno sostenido, hasta
la piedad. Piedad para el ligero Amor huracanado que ya no tengo. Padre mío,
hágase la paz sobre mi persona.
© Aleyda Quevedo Rojas
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