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29/8/14

Poema de Bibi Albert


QUE NON CREDERES…

-¡Aceptaron tergopol y murciégalo!-,
gritan felices los disléxicos.
-Los lengualeyos hablan nuestro imodia.

En el registro civil se anota el piedra libre,
por lo que un bebé puede llamarse
Cacerola, ¿por qué no?:
Cacerola Metáfora Menéndez,
un nombre memorable.

Y los analfabetos imponen su dialecto,
porque también almóndiga es correcto.

Ahora sí que de verdad somos todos iguales,
sin que nadie tenga que enseñarle
nada a nadie.
Así están las cosas.
Las palabras mutan, y también matun.
Y cada vez nos entendemos menos,
lo cual parece ser la idea. Y la idae.

Para cebrelarlo, me voy a tomar un apetirivo
a la sombra de la arlobeda,
y allí me quedaré, crecuspular y pentasiva,
diciéndome ¡todo será más fácil!:
comprender por ejemplo que, al despiadado,
en vez del corazón, le late el rocazón,
y que es lo mismo hembra que hambre,
amar que arma y violá que voilá!

¡Grande la RAE! O la REA.


© Bibi Albert

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