Poema de Alicia Márquez

   

Este no es un poema de amor 

No, no lo es. 

No tiene suspiros infinitos 

ni miradas perdidas a lo lejos. 

No tiene ayes ni pasiones desmesuradas. 

De esas ya tuvimos. Y tuvimos. Y tuvimos. 

Este es un poema de tibiezas, 

de manos encontradas, 

de recuerdos persistentes, 

de memorias tristes,

 cuando en un tiempo amargo

 comíamos estrellas por la noche 

e inventábamos sopas de nubes para el día siguiente. 

Pero nunca dejamos de mirarnos a los ojos.

 Antes habíamos soportado olas gigantes,

 abrazados como náufragos a nosotros mismos, 

resistiendo el juicio de todos los que reprochaban 

nuestra tozudez, 

y ese descaro de tener hijos a una edad imposible y ciertamente ridícula. 

Pero nunca dejamos de mirarnos a los ojos. 

Después hubo tempestades agotadoras, 

hospitales siniestros, suero, 

pronósticos reservados que los médicos esgrimieron 

sin una gota de piedad, 

y una lucha despareja 

en un tiempo que fue pesadilla permanente, 

y en el que nuestras almas 

quedaron suspendidas en un limbo lleno de objetos viejos, 

de botones rotos, de cajones abiertos. 

Pero nunca dejamos de mirarnos a los ojos. 

Por eso, este poema no es un poema de amor. 

Es lo que es. 

La vida, por ejemplo.

© Alicia Márquez