advertencia
No te asomes a mi sombra; ni a la sed de mi desierto, ni a
mis vasos rotos. Ni a mi nombre ni a mi espejo. Mucho menos a los sueños, esos,
lo que transpiran arañas mohosas en la almohada. No te asomes a las tumbas sin
nombre y a sus llamados imperiosos. O a la silueta vana que deja mi cuerpo
sobre las sábanas.
Ni siquiera respires cerca de mis ojos o de mi boca; tienen
la costumbre cruel de no mentir. No rondes mi morada. Ni esperes que pronuncie
nombres que he olvidado.
Éste es mi tiempo de silencio. Mi tiempo de albatros con las
alas quebradas. Éste es el tiempo del puñal. Y del pecho abierto a las fauces
de los prestidigitadores.
Éste es el tiempo del puñal. Y de las horas que pasan como
una caravana de elefantes ciegos.
© Gabriela Yocco
Fuertes expresiones que retratan dolor, en el momento de la renuncia...
ResponderEliminarMuy buena tu prosa amiga.
Precioso. Me encantó la fuerza en todo el poema, y el final, tremendo.
ResponderEliminarGabriela: Impresionante tu prosa poética,me encantó! La siento como el pesos de miles de elefantes. ¡Felicitaciones! Saludos
ResponderEliminarDolorosa prosa poética, sobre las renuncias, la inexistencia y el olvido. El peso de la soledad, de los sueños vacíos y de miles de elefantes ciegos. Felicidades.
ResponderEliminarJORGE PABLO MORENO.
Hay mucho dolor en la prosa poética todo tiene un matiz de infelicidad que se trasmite al lector de muy buena manera.
ResponderEliminarmaria elena tolosa
Muchas gracias por sus palabras, queridos amigos poetas.
ResponderEliminarMuchas gracias por sus comentarios queridos amigos poetas.
ResponderEliminarMuchas gracias por tan bellos comentarios, amigos poetas.
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