DUERMES
Duermes.
Duermes vestida de princesa
envuelta en encajes y blancura,
detenida en el tiempo.
Hay un río de sombras en tu pelo
que cae displicente
y un rosado matiz en tus mejillas
con aroma de rosas inocentes.
Duermes.
Al mirarte retrocedo al ayer,
a los espacios níveos, al vuelo intermitente,
al viento que cabalga en mi memoria.
Mi piel amanecía en la tersura
de pétalos sedosos,
mi vida era un impulso que asomaba
en ansiosa alborada.
Mis brazos circundaban un refugio,
una cuna, un nido, un abrigo
y brotaban arrullos de mis labios
saturados de besos.
Duermes.
Duermes soñando una añoranza desvalida,
sin retorno a los jardines ilusorios
de aquel cuento de hadas.
Cada día descubríamos el milagro
del amor que se eleva hasta los sueños,
tú, eras tibia paloma palpitante
yo, una fuente de anhelos encantados.
¡Cuántas veces fui caricia enamorada
atrapada en el azul de tu mirada!
¡Cuántas veces te acosté con la ternura
de un maternal instinto!
Duermes.
Duermes vestida de princesa
abrazada a mi infancia, a mi ingenua niñez
a imaginados mundos irreales.
Te miro, tendida en el recuerdo,
con los ojos cerrados,
estática y perfecta,
inmóvil para siempre.
Ya no arrullo tu silencio, no te canto,
no soy cuna, ni abrigo ni refugio,
sólo veo tu encanto desolado
en la fría quietud.
Duermes.
Acaricio tus manos eternamente tersas
y tu rostro de esfinge
impávido y hermoso
y vuelvo a ser la niña que te ama,
y oigo mi voz pequeña que te nombra,
mi muñeca vestida de princesa,
mi muñeca dormida…
© Olimpia Bordes
REFLEXIONES
Qué extraño mundo éste que me envuelve,
qué extraños este ritmo y esta idea,
imperceptiblemente el tiempo ha transcurrido
y la escena es distinta y es ajena.
Qué fue de aquel rostro y de aquel sueño,
de aquellos ojos que miré al pasar,
de aquel amar que sólo amaba
sin más que amar por amar.
De aquella puerta sin cerrojo,
de aquel creer sin dudar,
de aquellos zapatitos que esperaban,
de aquella ingenuidad…
Qué fue de aquella larga sobremesa,
de aquel buzón con cartas anheladas,
de aquel lento danzar en un abrazo…
y la palabra dada con honor…
Raudos caudales de violencia,
muros impenetrables de impiedad,
grito y clamores que a nadie importan
prisa y más prisa….¿dónde hay que llegar?
Vertiginoso mundo computado,
amor por secreción de feromonas
clonación de cuerpos….¿ y de almas?
romances virtuales, e-mails, fax…
Este andar viviendo sin paz ni reposo,
buscando un sentimiento, una emoción,
intentando encontrar una sonrisa
en la maraña adusta del afán.
Sentir que el torbellino me arrebata
y me envuelve en el asombro de este hoy
como en una aventura sin retorno,
tratando de saber adónde voy…
© Olimpia Bordes
ResponderEliminarOlimpia, tu poesía siempre presente.
Lily Chavez
Tu mirada siempre estará dándole fuerzas al poema QEPD.
ResponderEliminarNostalgia por lo que se fue, a través de versos melodiosos e inocentes. Un abrazo a todos. Adriana Maggio
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ResponderEliminarsu poesía queda para siempre.
Anahí duzevich Bezoz
Ternura y profundidad en sus palabras, bellos poemas.
ResponderEliminarUn alma blanca y grande ha trascendido.