Retumban los tambores
el fuego apagado
las lombrices bailan alrededor.
Le sacaron el corazón
y sigue viva
el sufrimiento es un escándalo
y no puede ir quedarse.
Hay malvones en su tinta
olor a azufre en su cuerpo
quieta la esperanza.
Y sin embargo
Y pese a todo
los trigales suaves dorados se mecen sobre el cajón.
© Graciela Wencelblat
Quiere decir más
entre las huellas
de aquél beso
pero es sólo recuerdo
y en la lejanía
se detiene la voz
claudica el instante.
Mediodía irrepetible
de un beso
que sonaba como
caireles
oloroso como el amanecer
y frágil tan frágil
como el desamparo.
Un silbido suave llama
pero no acude nadie.
Un silbido suave me llama,pero nadie acude. Hermoso poema que nos impregna de nostalgia y de ternura.
ResponderEliminarJORGE PABLO MORENO.
Con ella es especial, recuerdo sus mail, sus charlas y estos poemas que hay que leer más de una vez, todos tienen un mensaje, y el final del segundo es tremendo. Siempre desde Graciela!
ResponderEliminarLily Chavez
Graciela dejó su poesía, su irrenunciable inclinación por la vida y por el amor, y esta tristeza que no cede. Un beso para todos. Adriana Maggio
ResponderEliminarFue una gran poeta y una mujer muy amorosa. QEPD.
ResponderEliminarno se puede ir, graciela, tu poesía tiene que quedarse. susana zazzetti.
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ResponderEliminarGraciela por siempre entre nosotros.
Anahí Duzevich Bezoz
Querida Grace,
ResponderEliminarcomo solía llamarte, has dejado un enorme vacío y estoy segura que todos los que te conocieron y conocieron tu poesía, sienten lo mismo.
Te extrañamos poeta!
Elisa Dejistani