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8/2/14

Recordando a Eduardo Blues Villalba



LOS POETAS

             A Aldo “Ciprés” Benitez

Torrentes de pasos endilgan al poema
La quinta dimensión del cosmos.
Sin embargo es sabido que hay
Aun más azules que el mar,
más rojos que la sangre,
asaz sentidos a parte del albor,
antes que rompa la niebla
en la purpúrea garganta de la Noche.
Otros torrentes ya no intentan lo indecible
al pulsar la pluma…
Y liberan versos en la tinta,
cuyo cuerpo ligero de partículas devenidas del agua,
emulan al azar y al destino.
Mientras…
Leños ardiendo abren el aire de la Noche…
El poeta canta:
“Ah… Vetusta cultura…
guturalmente cincelada en primitivas cuevas y
gregarias cavernas,
a fuerza de pujar oposición de pulgares y
parir herramientas”.
Sobre la manta del monte
Se criban andanadas de luna
Y bajo delgados hilillos cristalinos…
El poeta canta:
“Ah… Vetusta cultura…
maleada en sarro azul de avatares mortales,
guapeando por la sutura de las dos mitades humanas
una aguja sueñera a modo de perlas estelares”.
Y es el poeta quien dileta
Acurrucado en su barbilla mientras
La pira del caos humea invisible.
Llama a la poesía,
Inflama los cables del sueño,
Su verso es el anzuelo que enhebra el sentido
Del cuenco por donde viaja la luz
En la gotera del espacio.
Canturreo insomne el hervor de su cabellera
Que la brizna acaricia.
Su tarea es levar las anclas del significado
Y arrojar el tridente del sentido a modo de saetas
para convulsión de la vigilia.
Mientras leños ardiendo abren el aire de la Noche…
Canta.
El poeta canta…
Él canta.

© Eduardo “Blues” Villalba




LA PREÑEZ DEL CANIBAL

Conocía los secretos del pabilo,
La ciencia del sándalo y la quietud del agua.
Hablaba sin embargo la curva del humo
deslizándose sobre el aire.
Con el tiempo había aprendido a mixturar
El instante con algunas ideas consistentes,
Logrando la soltura de los yoguis.
Sin paciencia enhebraba el azar
Para levantar la bandera de seda
Sobre el techo de su casa.
El caníbal, un tiempo anduvo sin rumbo:
Casi perdido.
Hasta que al fin,
Levantó su mano con tierra,
Como un puñado de dioses que agazapados
Esperaban el segundo
Para volar clavándose en el odio.
Y comenzarán a brotar risas en su boca.
Y el corazón le crecerá hasta la altura de la tarde.
Y desde el centro de la Luna en cuarto creciente,
Un sonido de aire de reloj bajará hasta la tierra.
Convidado con creces beberá solitario su última
Contracción,
Puesto de rodillas pujará la criatura.
Y la vieja cicatriz, la sutura,
Detendrá un poco más el llanto de la cría,
Y desde adentro sonará mansa.
Asimismo la duda,
Vendrá con su facón a chancletear ante el sitio.
Convidará ginebra en tanto canto.
La guitarra en otro puño
Con la cinta del color azud.
Azul. Blanco y Azud.
El caníbal debió nacer antes,
Pero aun no ha nacido.
Su figura se ve en sueños.
Es un presentimiento de luces efímeras.
Un fuego fatuo en la boca del Padre.
Un tanto verde al madurar
Para llevarse las señas,
Un tanto más cerca de las vueltas de la llave.
Beberá el saludo y el aire del mar.
La duda le empezará a nacerle
Justo en el instante del cordón umbilical,
Pero la velita encendida en la casa
Ante la estampita de la Inmaculada Concepción
Evitará los quebrantos.
Luego silbará mansa
el sonido de lo que viene
sin prejuicio alguno.
Su babero será el norte de los astros
Y su baba el poema de lo oculto.


© Eduardo “Blues” Villalba

1 comentario:

  1. Cuán poblado el cielo.
    Cuánto poeta haciéndose sentir en el viento y en la lluvia.

    Lily Chavez

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