Poema de Graciela Perosio
Cuando entró al bar, la amiga
la estaba esperando.
Se saludaron con emoción,
demorándose un poco en el abrazo.
La que llegó después, notó
que se había cansado con la caminata.
Tal vez, un tanto débil
por la bronquitis y los antibióticos.
Se miraban reconociéndose
en el juego de pasarse poemas,
de resistir de a dos en un mundo agrio.
Hablaron de cine, de dinero y del dolor.
Habían pasado veinte, veinticinco años, tal vez más.
Se fueron escurriendo entre letras y silencio.
(Pero recordaban sueños y derrotas.)
Ahora charlaban de nietos y de achaques.
Y la poesía seguía en la punta de los dedos,
en la mirada ardida.
(Hay que auscultar por la ventana
el pulmón ronco de la ciudad)
“Llamame” y le tomó la mano con vigor.
“Aunque más no sea, lloraremos juntas”.
Pero rieron, algo se aprende con paciencia.
Una cruzó para su casa, la otra se alejó
llevando contra el pecho, el sobre
con el libro dedicado.
Señales propias de una manera -entre tantas-
de vivir.
© Graciela Perosio
4 comentarios:
Querida Graciela, !!!muy buen poema, felicitaciones!!!
Te recuerdo siempre. Envío muchos bsssssssss.
Elena
2/12/13 20 hs.
Querida Graciela, !!!muy buen poema, felicitaciones!!!
Te recuerdo siempre. Envío muchos bsssssssss.
Elena
2/12/13 20 hs.
Hermosísimo poema, hermoso Graciela. Y tantas verdades, cuanto encuentro que se solidariza con los propios.
Felicitaciones
Lily Chavez
"Y LA POESÍA SEGUIA EN LA PUNTA DE LOS DEDOS"... y todo lo que nunca podrán decirse. un telato con la poesía justamente allí, en la unta de los dedos. abrazo. PAOLANTONIO
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