Poema de María Elena Tolosa
Se marchó entre los médanos
y el viento,
de a poco se entregó,
no fue su partida
el fatídico dia de enero
cuándo la fiebre quemó su sangre,
nunca se alejó del arenal,
en silencio iba muriéndo,
la arena quemaba sus ojos,
pero estaba allí, con su mirada clara
y el paso ágil
entre las
dunas que la abrazaban.
Mujer de arena,
nunca mas habrá
otra
que ame ese
desierto
donde pudo esconder todos sus delirios.
© María Elena Tolosa
13 comentarios:
así, maría elena, como cada miércoles en que nos encontramos ( hoy, casualmente lo es) dejá liberar tu dolor. este poema conmovió al grupo y a mí, especialmente. unbeso. susana zazzetti.
Qué bello poema María Elena. Me has conmovido. Un abrazo fuerte.
Lily Chavez
Si todo ese dolor ha sido capaz de engendrar tanta belleza a veces pienso que ocurrió tan solo para regalarnos esta gran poeta que sos, amiga querida.
Toda mi admiración
Abrazo
Alicia Perrig
Hermoso y doloroso texto. Todos somos hombres y mujeres de arena, pues estamos hechos de tiempo. Un abrazo. Adriana Maggio
Cuando el sentimiento anuda no es fácil lograr este equilibrio entre la emoción y la palabra, muy logrado.
Abracito
Betty
Entrañable, con un dolor que se lee.
me gusta tu texto, pero me deja una tristeza... en fin, muy buena voz, gracias, francisco
Poema de arena que comienza trágico pero concluye con amor a ese desierto. Me encantó.
Jorge Luis Estrella
María Elena,
este es un poema doloroso pero amoroso a la vez , donde destacan dos amores, el amor al desierto y el amor a la mujer que amó el desierto.
Bello homenaje a la ausencia.
Un gran abrazo,
Juany Rojas
Casi sin contar nada, has conseguido un tono trágico que estremece al lector. Un beso Isabel Llorca Bosco
Bello poema, que reelabora el dolor artísticamente. Un abrazo. Adriana Maggio
Muy bello y conmovedor tu poema, Ma. Elena.
Se puede percibir el calor abrazador del desierto en tus versos.
Aplausos, bises y besos
María Rosa León
En un principio pensé en Alfonsina, sólo que ella se fue en octubre (además entre olas no médanos) Luego caí en la cuenta que, talento poético mediante, estamos en el territorio de las metáforas donde no hay un destinatario puntual.
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