Hasta la nada es en mí,
tierra de imposible partida.
.1 Perazzi.
V
Se despide el mundo
en turbias estaciones;
con azules arrogancias y sufrible indiferencia,
con nieve en los andenes y prisas amarillas,
y herrumbrosos trenes
que se pierden al final de la neblina.
El tiempo se asemeja a una urdimbre
de perezas, una hoguera de cosas inservibles,
a un saqueo de redes
innombrables,
y a una penumbra anticipada
en la brasa invisible de las calles.
… y hay relojes que vomitan
su despecho en los huesos de los siglos;
y parece que la tarde estalla
en su límpida violencia
lloviéndonos en los hombros sus estrellas fragmentadas.
Y que el invierno desata
sus esquirlas de cielo arruinado,
sus afilados jaguares,
y sus plomizos celajes poblándose de pájaros,
que gritan su augurio de sangre.
Sus címbalos de arena,
y sus signos nocturnos
como un lamento infatigable
que buscase su fin.
Se despide el mundo
con aires de derrota,
con una mirada que
ausculta
inciertas regiones.
Espera, y fuma sus lentos soliloquios.
Conversa con ángeles mutilados
en extrañas guerras.
Con oscuros pasajeros
de ojos inescrutables y
maletas de posguerra.
Espera, y se pierde en los andenes,
en el aciago reflejo que abandona la lluvia
y entre los infinitos raíles del misterio.
© Jorge Moreno de Los Santos
Jorge realmente este poema me pareció excelente. Es tan visual que transmite una tristeza indescriptible esta despedida. Que la tarde estalla lloviendo estrellas fragmentadas, y tantos otros pasajes preciosos. Gracias por compartirlo. Sonia Del Papa Ferraro
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