Ella busca su nombre entre todas las palabras posibles,
cambia su destino para despegar los brazos de la ausencia
que le acaricia el poema y le lava la pena.
Ella sabe que es el personaje principal de su historia.
Ella hace el amor con la ausencia y repite la palabra muerte
para gastarla lentamente cada día hasta que desaparezca.
El cuerpo del poema es el cuerpo que no se acaricia
y la palabra es vana para desnombrar la soledad
del árbol transparente que la habita.
El mundo no tiene un aire para su respiración
y el poema es un madero humedecido
con el que no puede encender el abrigo.
Buscar una palabra que diga lo que busca,
una palabra que la encuentre.
El nombre que la salve,
que cambie el destino de la sonámbula en París
caminando entre cuadros con una flor en la mano,
de la pequeña con maleta de piel de pájaro,
de la sedienta con el vaso vacío.
Cambiando los nombres: Alejandra, Sasha.
Mutando las letras que se sentarán en el sillón del otro,
comerán en el otro plato, beberán en la segunda copa
y fumarán un cigarrillo como en la foto.
Alejandra, debajo estás vos .
Debajo, donde ni siquiera pudieron las palabras.
©
Sonia Rabinovich
Un hermosísimo homenaje a Alejandra Sonia la encontré en casi todas sus figuras ¡Te felicito!
ResponderEliminarComo siempre hermoso. Tu palabra poética Sonia querida , nos salva de lo superfluo .Gracias Leonor
ResponderEliminarme gustó mucho el poema!!! gracias por hacerla latir nuevamente en el silencio que no pudo lograr, francisco
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