Poema de Alicia Márquez

Modernidades

Por la módica suma de veintinueve pesos

podemos acceder a un botón de pánico

que está conectado con la policía.

Habrá que apretar el botón para

acallar los engaños,

la mala leche,

la traición.

Habrá que apretar el botón para

cuando tengamos la feroz idea

de querer asesinar a alguien,

o cuando la puerta se mueva con el viento,

o cuando una fotografía nos sonría.

Habrá que apretar el botón

cuando escuchemos pasos apurados detrás nuestro,

cuando la hoja en blanco se quede en blanco,

cuando, al sacar la basura,

un sospechoso nos mire torvamente.

Habrá que apretar el botón

contra el mal de ojo, el de ausencias,

el costado izquierdo que desaparece,

los pies fríos, el corazón congelado,

las palmaditas en la espalda,

la mueca en el espejo,

la gente que nunca un sí o un no,

los que no se juegan por nada más

que por ellos mismos.

Habrá que apretar el botón

cuando la melancolía

sople sobre los huesos y se ría de las ilusiones,

y porque las dudas,

y las fragilidades

y los pequeños gestos,

y los enormes olvidos.

Habrá que apretar el ridículo botón

y esperar que un uniformado

nos responda: afirmativo.

© Alicia Márquez