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18/6/13

Poema de Paulina Vinderman


Detrás de mi soledad estaba el jardín.
Por eso no lo ví; porque ella —la soledad—
lo tapaba todo. 

Una cigüeña se posaba sobre el tejado
que mi imaginación construía para mi relato,
y sus largas patas eran casi palpables en el
asedio del pleno día, tan silencioso como la pizarra
del techo bajo sus palmas rojas. 

Y ése fue todo mi hogar: una estampa más real
que mi cielo de invierno, enamorado para siempre
de los muros que pintaba año tras año.  

País de eternidad, de acertijos, de defensas fatigadas.
 

© Paulina Vinderman

7 comentarios:

  1. Querida Paulina
    Cuando la palabra es la puerta de entrada a otras dimensiones, donde el
    "tejado" brilla en la voz que surge desde la "soledad". Ese paisaje donde la
    "cigüeña" se materializa con sus "patas casi palpables" es el "jardín " donde
    las "palmas rojas" nos dan su calor. El "país de eternidad, de acertijos, de
    defensas fatigadas" es el que se aprehende a través de la delicada intuición
    poética. Que tu voz siga resonando, y ¡que crezcan siempre estas hermosas
    manzanas rojas en tu árbol! ¡ Gracias por la magia! Con cariño Irene Marks

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  2. Una atmósfera muy palpable, muy visible, construiste en tu poema.
    Saludos.

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  3. Enapenas unas pocas palabras describiste todos nuestros acertijos sin resolución, nuestras culpas indefendibles y mucho más.

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  4. Bello y soledoso poema, un abrazo Paulina,

    Silvia Loustau

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  5. Difícil es que la soledad pueble un poema; luego las notas de color, la pintura de los muros, tal vez la rutina de las estaciones. Justo una cigUeña con su halo de fantasía y de creación posada en tu cabeza desde donde surgirá tu relato.Un poema que parece hecho sin palabras para dejar
    los juegos y que hable la soledad. Estupendo. Un beso inmenso Isabel Llorca Bosxoi

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