Para Ana Orantes, a quien su ex marido prendió
fuego un 17 de diciembre de 1997.
La mirada insolente
es una forma aguda
como un clavo en la tierra,
contiene una
porción horrible de sí misma
y apenas imagina
la depauperada
humillación de estar
como si no,
del cuerpo que se
arruga
y se encoge en su
nudo primerizo
volviéndose ceniza,
haciéndose invisible
materia degradada
por el odio,
la paja que se
prende con blandura.
La mirada insolente
acompaña a la mano,
a la pierna insolentes
para apresar el cuerpo
con el garfio del miedo
porque ella está
tan sola y ya vencida,
herida de la queja
y azotada
con el tizón de
espanto que lleva el que es su ángel
del mal o de la
ira.
La violencia
insolente
hace temblar los
márgenes del cuerpo
y en su lenta
combustión como de encina
la tinta de las
venas escribe ese calvario
cuando era
profanado el templo de la carne
y en el aire se
anotan garabatos, grafitis
con la voz
enfangada y sucia de ese grito
que calcina los
labios, las cuerdas de la boca,
“porque yo no sabía
hablar
porque yo era
analfabeta
porque yo era un
bulto
porque yo no valía
un duro”.
Oh cuerpo de papel
para la hoguera.
© María Ángeles Pérez López
UN CUIDADOSO POEMA QUE AUNQUE LA FIERA QUIERA ARDER LA TIERRA Y DONDE ELLA SE ENCUENTRE ALLÍ ESTARÁ SEÑALÁNDOLOSIEMPRE... POR SU BESTIAL MENTE.
ResponderEliminarPOEMA QUE CONMUEVE POR EL SOLO PENSAR QUE AÚN PASE.
LIDIACC.
Un caso terrible y en alguna manera, un texto que es una gasa de cura sobre las heridas.
ResponderEliminarLily Chavez
Muy bueno, duele.
ResponderEliminarAbrazos
Elisabet
Un bellísimo tributo y un alegato contra la violencia que hoy nos invade, Mariángeles.
ResponderEliminarAplausos, bises y besos
María Rosa León
Duro, pero real. El poema muestra ello.
ResponderEliminarUn cariño!!