Seducir
es también acoger al otro
pero eso
qué importa
si la
vida es un denodado fugitivo
que lleva
la radiante mascara del tiempo justo.
Escribo
para no
ser sólo el guardián de mis visiones.
En cada
verso figura mi agradecimiento a las luciérnagas.
En las
buenas intenciones
hiere
incansablemente la impotencia,
camino
tras camino,
sendero
tras sendero,
el
sacrificio deja una huella
visible
desde la oscuridad más distante.
Pero es
en el día
que
sabremos
que al
dormir
somos
invisibles,
porque la
vida pasa
y soñamos
en un
confín de inmensidad
y es
entonces
que nos
disgregamos
armoniosamente
en el mundo
hasta
dilatarnos envueltos en todo,
pasando sin
reconocer
los
efectos llamada de la vida,
la
galantería del color en el paisaje,
el
desmangado realismo de los sueños
y tantas
otras
maravillas.
© Alberto de Jesús Goicouria
La palabra también seduce.
ResponderEliminarY cómo!!
Muy bueno tu poema!!
Un paisaje de la vida en él!1
Abrazo
Hola, muchas gracias.
ResponderEliminarEstuve leyendo sus poeías y me han gustado mucho.
Saludos
A.J.G